Los seres humanos vivimos cada noche, mientras dormimos, extrañas y misteriosas aventuras, nuestros sueños. En los tiempos pre-científicos fueron considerados como mensajes sobrenaturales, como una manifestación benigna u hostil de poderes supra-terrenos, demoníacos o divinos y la interpretación de los mismos estaba reservada a unos pocos “iniciados”.
La evolución de las ciencias psíquicas ha arrojado ya suficiente luz sobre los actos de premonición, como para que nos permita no considerar vana la búsqueda presagios o advertencias en la trama de los sueños. Una interpretación más moderna tiene en cuenta todos los factores que influyen en la vida del ser humano, estudiando el fenómeno como auténtica y sincera expresión de la mente, liberada de los lazos de la racionalidad.
Las condiciones de sus génesis, se relaciona con la vida psíquica despierta, su dependencia de estímulos percibidos durante el sueño, singularidades en su contenido que repugnan el pensamiento despierto, etc. La base de la vida onírica es un estado especial de la actividad psíquica que se considera superior a la normal. Los sueños nacen de los estímulos anímicos y representan manifestaciones de fuerzas psíquicas que durante el día se hallan impedidas de desplegarse libremente.
La analogía de una imagen onírica con un hecho puede ser directa, simbólica o inversa. Cada mentalidad refleja las virtualidades anunciadoras del provenir según su condición receptiva. La observación personal revelará a cada uno, en cual de los tres sentidos (directo, simbólico o inverso) ha de considerar su sueño. Si posee condiciones para sentir la premonición en el modo directo soñará encontrarse ya en posesión de aquello que desea y al mismo tiempo sentir una fatiga y una lasitud considerables. El modo simbólico se traducirá mediante un sueño en el que se vería corriendo largo tiempo tras un vehículo en marcha y al que terminará dando alcance. El modo inverso podría ilustrarse mediante el abandono del proyecto y el consiguiente contratiempo y frustración.
La mayor parte de los humanos tienen sueños simbólicos. La inversión de los presagios coincide con un carácter temeroso o extremadamente circunspecto.
La premonición por las imágenes directas es sumamente rara, tiene lugar excepcionalmente cuando se prepara una eventualidad en extremo importante y se da en ciertos sujetos predispuestos, entre los que se reclutan los médiums y los sonámbulos lúcidos. Cuanto más claras y precisas son las imágenes vistas en sueños, más inevitables serán las fatalidades presagiadas o más seguros los triunfos.
La evolución de las ciencias psíquicas ha arrojado ya suficiente luz sobre los actos de premonición, como para que nos permita no considerar vana la búsqueda presagios o advertencias en la trama de los sueños. Una interpretación más moderna tiene en cuenta todos los factores que influyen en la vida del ser humano, estudiando el fenómeno como auténtica y sincera expresión de la mente, liberada de los lazos de la racionalidad.
Las condiciones de sus génesis, se relaciona con la vida psíquica despierta, su dependencia de estímulos percibidos durante el sueño, singularidades en su contenido que repugnan el pensamiento despierto, etc. La base de la vida onírica es un estado especial de la actividad psíquica que se considera superior a la normal. Los sueños nacen de los estímulos anímicos y representan manifestaciones de fuerzas psíquicas que durante el día se hallan impedidas de desplegarse libremente.
La analogía de una imagen onírica con un hecho puede ser directa, simbólica o inversa. Cada mentalidad refleja las virtualidades anunciadoras del provenir según su condición receptiva. La observación personal revelará a cada uno, en cual de los tres sentidos (directo, simbólico o inverso) ha de considerar su sueño. Si posee condiciones para sentir la premonición en el modo directo soñará encontrarse ya en posesión de aquello que desea y al mismo tiempo sentir una fatiga y una lasitud considerables. El modo simbólico se traducirá mediante un sueño en el que se vería corriendo largo tiempo tras un vehículo en marcha y al que terminará dando alcance. El modo inverso podría ilustrarse mediante el abandono del proyecto y el consiguiente contratiempo y frustración.
La mayor parte de los humanos tienen sueños simbólicos. La inversión de los presagios coincide con un carácter temeroso o extremadamente circunspecto.
La premonición por las imágenes directas es sumamente rara, tiene lugar excepcionalmente cuando se prepara una eventualidad en extremo importante y se da en ciertos sujetos predispuestos, entre los que se reclutan los médiums y los sonámbulos lúcidos. Cuanto más claras y precisas son las imágenes vistas en sueños, más inevitables serán las fatalidades presagiadas o más seguros los triunfos.
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