El primer paso que debemos dar es sacarnos el concepto de que los sueños poseen significados textuales, el lenguaje onírico es como el leguaje poético, transmite experiencia, deja un sabor, un clima, que nos hará comprender aspectos de nosotros mismos de manera mas rápida y directa.
Para entender este lenguaje debemos empaparnos de su atmósfera y tratar de recuperar un sueño en la forma más pura, con sus colores, con sus olores, con sus sensaciones, (la primera impresión que nos deja es de gran valor), no es la idea de traducir una cosa por otra, la pregunta más equivocada que se puede formulara es la típica pregunta ¿QUE SIGNIFICA SOÑAR CON...?
La mejor manera de acercarnos a un sueño, es sentirlo, vivirlo una y otra vez; darnos el tiempo para que el sueño nos hable en su propio idioma. No esperar traducciones, ni respuestas superficiales, sino muy por el contrario permitir que el sueño nos abra sus puertas.
El proceso es de afuera hacia a dentro y de adentro hacia afuera. Un camino interior que nos permite recorrerlo íntimamente hasta las profundidades, para aflorar al exterior con pensamientos renovados. Para caminar en este sendero, lo mejor es anotar cada mañana nuestros sueños (no olvide nunca anotar además la impresión que tuvo al despertar) y llevar un registro de ellos a lo largo de nuestra vida, para enriquecer nuestro mundo, los sueños son una fuente inagotable de sabiduría, están llenos de símbolos, nos conectan con una vida que trasciende nuestro pequeño mundo diario.
Una vez que tenemos nuestro sueño y la impresión que este nos ha dejado, anotadas en nuestra bitácora, comenzamos nuestro análisis, con las primeras y más típica de las preguntas: ¿Qué me dice este sueño a mí? ¿Para qué soñé este sueño? Y dejemos que nuestra voz interior conteste, dejemos que el alma se exprese frente a lo que acabamos de narrar.
Hay que darse el tiempo para que estas respuestas fluyan. Con calma, sin apuro, van brotando nuestras experiencias y vamos entendiendo el sentido de nuestro sueño.... El primer paso que debemos dar es sacarnos el concepto de que los sueños poseen significados textuales, el lenguaje onírico es como el leguaje poético, transmite experiencia, deja un sabor, un clima, que nos hará comprender aspectos de nosotros mismos de manera mas rápida y directa.
Para entender este lenguaje debemos empaparnos de su atmósfera y tratar de recuperar un sueño en la forma más pura, con sus colores, con sus olores, con sus sensaciones, (la primera impresión que nos deja es de gran valor), no es la idea de traducir una cosa por otra, la pregunta más equivocada que se puede formulara es la típica pregunta ¿QUE SIGNIFICA SOÑAR CON...?
La mejor manera de acercarnos a un sueño, es sentirlo, vivirlo una y otra vez; darnos el tiempo para que el sueño nos hable en su propio idioma. No esperar traducciones, ni respuestas superficiales, sino muy por el contrario permitir que el sueño nos abra sus puertas.
El proceso es de afuera hacia a dentro y de adentro hacia afuera. Un camino interior que nos permite recorrerlo íntimamente hasta las profundidades, para aflorar al exterior con pensamientos renovados. Para caminar en este sendero, lo mejor es anotar cada mañana nuestros sueños (no olvide nunca anotar además la impresión que tuvo al despertar) y llevar un registro de ellos a lo largo de nuestra vida, para enriquecer nuestro mundo, los sueños son una fuente inagotable de sabiduría, están llenos de símbolos, nos conectan con una vida que trasciende nuestro pequeño mundo diario.
Una vez que tenemos nuestro sueño y la impresión que este nos ha dejado, anotadas en nuestra bitácora, comenzamos nuestro análisis, con las primeras y más típica de las preguntas: ¿Qué me dice este sueño a mí? ¿Para qué soñé este sueño? Y dejemos que nuestra voz interior conteste, dejemos que el alma se exprese frente a lo que acabamos de narrar.
Hay que darse el tiempo para que estas respuestas fluyan. Con calma, sin apuro, van brotando nuestras experiencias y vamos entendiendo el sentido de nuestro sueño....
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